17 de noviembre de 2015

El planeta más parecido a la Tierra no es habitable


¿Encontraremos algún día vida extraterrestre? Para encontrar una respuesta afirmativa a esta pregunta, misiones como Kepler sondean el espacio en busca de posibles mundos similares a la Tierra. Localizar estos exoplanetas "objetivo" nos permite centrar mejor la búsqueda de organismos vivos fuera del Sistema Solar. Los investigadores habían señalado hasta la fecha el potencial de Kepler-438b, considerado como el exoplaneta más destacado, ya que cuenta con un índice de similitud con el planeta Tierra del 88%.

Las esperanzas depositadas en este mundo, denominado popularmente como "otra Tierra" desde su descubrimiento en enero de 2015, han sufrido un inesperado revés. Un estudio, publicado en la revista Monthly Notices of the Royal Astronomical Society, afirma que las grandes cantidades de radiación que recibiría Kepler-438b convertirían a este exoplaneta en un "lugar inhabitable". El mundo, que es un 12% más grande que la Tierra, estaba considerado hasta el momento como una especie de "gemelo planetario". Solo que se encuentra fuera de nuestro Sistema Solar, a 470 años luz, en un lugar conocido como "Ricitos de oro" (Goldilocks).

Según fuentes consultadas por Hipertextual, la investigación ha analizado parámetros como la rotación, la luz y las llamaradas solares que reciben diversos exoplanetas, entre los que también está Kepler-438b. De acuerdo a los científicos de la Universidad de Warwick, "la atmósfera podría haberse desvanecido como consecuencia de la radiación emitida por la enana roja a la que orbita". Como nos explica David J. Armstrong por correo electrónico, "Kepler-438b está cinco veces más cerca de su estrella que la distancia que separa a la Tierra del Sol". Esta proximidad provoca a su vez que las grandes llamaradas emitidas tengan un efecto mayor en el exoplaneta.

"Como resultado, hay una gran cantidad de radiación golpeando a Kepler-438b", nos cuenta Armstrong. Si hubiese una atmósfera protegiendo al exoplaneta, sería mucho más difícil que esto sucediera. Por desgracia, laseyecciones de masa coronal (en forma de explosiones de plasma, electrones y protones) de la enana roja parecen haber "despojado fácilmente" la atmósfera de Kepler-438b, prosigue el astrofísico, primer firmante del artículo. Al perder esta "capa protectora", el exoplaneta se vería afectado por unas elevadas tasas de radiación, que reducen mucho las posibilidades de que esté habitado. Para confirmar estas conclusiones iniciales, Armstrong apunta que deberíamos estudiar la atmósfera (si aún contara con algún resto), pero su lejanía complica mucho los trabajos.

A pesar de que se han reducido las probabilidades de habitabilidad del exoplaneta más parecido a la Tierra, el científico se muestra optimista. "Se trata solo de un mundo, tenemos muchos más sistemas que podrían ser propicios para hallar vida extraterrestre", comenta a Hipertextual. Según Armstrong, la investigación ha permitido demostrar que "no todos los exoplanetas similares a la Tierra son buenos lugares para la vida tal y como pensamos que existiría". Preguntado sobre el futuro de la Tierra y el Sol, el astrofísico rechaza que pudieran vivir en el futuro un proceso parecido al experimentado por Kepler-438b. "El Sol es una estrella muy diferente a esta enana roja. Lo que probablemente nos encontremos dentro de miles de millones de años es un Sol convertido en una gigante roja, que se expandirá y probablemente engullirá a la Tierra". Un escenario sumamente lejano en el tiempo que, posiblemente, no llegaremos a ver nunca.

Fuente: Hipertextual

14 de octubre de 2010

El color real de Io, una de las lunas de Júpiter

La foto que acompaña esta anotación es Io, una de las lunas de Jupiter y de las más curiosas de nuestro sistema solar. Se muestran los colores para que aparezca de la misma forma en que la veriamos si la tuviéramos en frente. La imagen fue realizada en 1999 por la sonda Galileo que orbitó Júpiter desde 1995 hasta 2003.


Azufre y roca de silicato son los responsables del peculiar color de Io. Tiene más de 400 volcanes, lo que lo convierte en el objeto geológicamente más activo de nuestro sistema solar. Eso se debe a que la fuerte gravedad impuesta por Júpiter genera tal fricción en el interior del satélite que causa la disipación de inmensas cantidades de energía, un fenóneno mejor conocido como marea gravitatoria.

Dicho fenómeno causa que lava sea expulsada constantemente a la superficie, es como si el planeta estuviera de adentro hacia afuera. De hecho, varios de los volcanes de Io producen nubes de azufre que se llegan a elevar hasta los 500 kilómetros.

Io es uno de los cuatro satélites galileanos, y tal como su nombre lo indica fue descubierto por Galileo Galilei en enero 7 de 1610, aunque se considera que el aleman Simon Marius también hizo el descubrimiento independiente de los mismos satélites en las mismas fechas. Hoy en día estos cuatro satélites de Júpiter reciben los nombres impuestos, justamente, por Marius, Ío, Europa, Ganímedes y Calisto.


Fuente: ALT1040

Bonita "pasada" junto al Golden Gate



Al parecer fue una pequeña demostración en el Golden Gate durante la San Francisco Fleet Week del otro día. El 747-400 en cuestión tiene más de 20 años; la pasada no es demasiado cerca del puente, pero el efecto óptico hacer parecer que casi vaya a tocarlo.


Fuente: Microsiervos

¿Cómo verían astrónomos alienígenas nuestro sistema solar?

Imaginad que exiten los extraterrestres. Y que han evolucionado lo suficiente como para haber tenido a su propio Galileo, y luego a una pléyade de astrónomos capaces de escudriñar el espacio exterior. ¿Cómo verían esos astrónomos alienígenas nuestro sistema solar?

Mediante el tratamiento e interpretación de las numerosas interacciones de miles de granos de polvo, una simulación generada por un superordenador de la NASA ha mostrado cómo sería lo que verían los astrónomos alienígenas. Los investigadores pudieron utilizar en su simulación más de 75.000 partículas de polvo interactuando con los planetas exteriores, la luz del sol o el viento solar.

El tamaño de las partículas de polvo en el modelo osciló entre el ancho del ojo de una aguja (1,2 milímetros) hasta más de mil veces un tamaño más pequeño, similar a las partículas de humo.

A continuación, el vídeo de la simulación:



Marc Kuchner, astrofísico de la NASA en el Goddard Space Flight Center en Greenbelt, Maryland, que dirigió el estudio:

Los planetas pueden ser demasiado débiles para detectarse directamente, pero posibles alienígenas que estudiaran nuestro sistema solar podría detectar con facilidad la presencia de Neptuno; su gravedad deja una pequeña marca en el polvo. Esperamos que nuestros modelos nos ayuden a detectar mundos del tamaño de Neptuno alrededor de otras estrellas.
El polvo se origina en el Cinturón de Kuiper, una fría zona de almacenamiento más allá de Neptuno, donde millones de cuerpos helados, incluyendo Plutón, orbitan el Sol. El seguimiento de cómo el polvo viaja a través del sistema solar no es fácil porque las partículas pequeñas están sujetas a una gran variedad de fuerzas, además de la atracción gravitatoria del Sol y los planetas.

Los investigadores también planean desarrollar una imagen más completa del disco de polvo del sistema solar, modelando fuentes más cercanas al lugar del sol, incluyendo el cinturón principal de asteroides y los miles de asteroides llamados Troyanos, acorralados por la gravedad de Júpiter.


Fuente: Genciencia

La corona solar y su contraste de 10000:1

¿Por qué nos parece tan impresionante la corona solar durante un eclipse? Parte del motivo tiene que ver con el hecho que se crea un contraste natural de luz versus sombra de 10000:1, lo cual también lo hace bastante difícil de fotografiar.


La imagen que incluye este post en realidad se trata de siete distintas fotografías compuestas en una sola durante el eclipse de Sol del pasado 11 de julio en Isla de Pascua, mostrando las prominencias solares extendiéndose desde los bordes del Sol.


Fuente: ALT1040

7 de octubre de 2010

Ío en color verdadero

Hace algo más de siete años que terminó la misión de la sonda Galileo, cuando esta, agotado su combustible de maniobra, y tras 14 años de servicio, se hundía en las profundidades de la atmósfera de Júpiter.

Pero aún hoy podemos seguir alucinando con su legado, como en esta increíble foto de Ío, una de las lunas del planeta, tomada en julio de 1999, y en la que esta se ve como la veríamos si pudiéramos darnos un garbeo por el sistema joviano.


Fuente: Microsiervos

6 de octubre de 2010

Animación de la construcción de la Estación Espacial Internacional, paso a paso

La Estación Espacial Internacional (ISS) es un centro de investigación construido en la órbita de nuestro planeta, en cuyo proyecto han participado cinco agencias del espacio: la NASA (Estados Unidos), la Agencia Espacial Federal Rusa (Rusia), la Agencia Japonesa de Exploración Espacial (Japón), la Agencia Espacial Canadiense (Canadá) y la Agencia Espacial Europea (ESA).

Está situada en órbita alrededor de la Tierra, a una altitud de aproximadamente 360 kilómetros, un tipo de órbita terrestre baja. Realiza una órbita alrededor de la Tierra en un período de cerca de 92 minutos; antes de junio de 2005 había terminado más de 37.500 órbitas desde el lanzamiento del módulo Zarya el 20 de noviembre de 1998.

En el siguiente video, podréis contemplar su construcción paso a paso, como en un mecano de juguete.




Fuente: Genciencia

30 de septiembre de 2010

29 de septiembre de 2010

A Habitable Exoplanet — for Real This Time

After years of saying habitable exoplanets are just around the corner, planet hunters have finally found one. Gliese 581g is the first planet found to lie squarely in its star’s habitable zone, where the conditions are right for liquid water.

“The threshold has now been crossed,” said astronomer R. Paul Butler of the Carnegie Institution of Washington, one of the planet’s discoverers, in a press briefing Sept. 29. “The data says this planet is at the right distance for liquid water, and the right mass to hold on to a substantial atmosphere.”

The discovery is both “incremental and monumental,” comments exoplanet expert Sara Seager of MIT, who was not involved in the new study. When a recent study predicted the first habitable world should show up by next May, Seager rightly said the real answer was more like “any day now.”

“We’ve found smaller and smaller planets that got closer and closer to the habitable zone,” she said. “But this is the first that’s in the habitable zone.”

The new planet is one of six orbiting the star Gliese 581, a red dwarf 20 light-years from Earth. Two of the planet’s siblings, dubbed planets C and D, have also been hailed as potentially habitable worlds. The two planets straddle the region around the star where liquid water could exist — 581c is too hot, and 581d is too cold. But 581g is just right. The discovery will be published in the Astrophysical Journal and online at arxiv.org.

The new planet is about three times the mass of Earth, which indicates it is probably rocky and has enough surface gravity to sustain a stable atmosphere. It orbits its star once every 36.6 Earth days at a distance of just 13 million miles.

The surface of a planet that close to our sun would be scorching hot. But because the star Gliese 581 is only about 1 percent as bright as the sun, temperatures on the new planet should be much more comfortable. Taking into account the presence of an atmosphere and how much starlight the planet probably reflects, astronomers calculated the average temperature ranges from minus 24 degrees to 10 degrees above zero Fahrenheit.

But the actual temperature range is even wider, says astronomer Steven Vogt of the University of California, Santa Cruz, who designed some of the instruments that helped find the planet. Gravity dictates that such a close-in planet would keep the same side facing the star at all times, the same way the moon always shows the same face to Earth.

That means the planet has a blazing-hot daytime side, a frigid nighttime side, and a band of eternal sunrise or sunset where water — and perhaps life — could subsist comfortably. Any life on this exotic world would be confined to this perpetual twilight zone, Vogt says, but there’s room for a lot of diversity.

“You can get any temperature you want on this planet, you just have to move around on its surface,” Vogt said. “There’s a great range of eco-longitudes that will create a lot of different niches for different kinds of life to evolve stably.”


Another advantage for potential life on Gliese 581g is that its star is “effectively immortal,” Butler said. “Our sun will go 10 billion years before it goes nova, and life here ceases to exist. But M dwarfs live for tens, hundreds of billions of years, many times the current age of the universe. So life has a long time to get a toehold.”

The discovery is based on 11 years of observations using the HIRES spectrometer at the Keck Telescope in Hawaii, combined with data from the HARPS (High-Accuracy Radial-velocity Planet Searcher) instrument at the European Southern Observatory in La Silla, Chile.

Both instruments looks for the small wobbles stars make as their planets’ gravity tugs them back and forth. The HIRES project started looking for planets 25 years ago, back “when looking for planets made you look like a nut,” Butler said. At first the instruments could detect changes in a star’s velocity that were 300 meters per second or larger. That’s why the first extrasolar planets discovered were almost exclusively hot Jupiters: These monstrous planets that sit roastingly close to their stars will exert a bigger gravitational pull.

Since then, techniques have improved so that changes as small as 3 meters per second can be seen. That wouldn’t be enough to see Earth from 20 light-years away, Butler says. Because red dwarfs are so small and their habitable zones so close, though, Earth-sized planets have enough gravitational oomph to make a difference.

“The excitement here is that by looking at stars that are small it’s much easier to find small planets,” said exoplanet expert David Charbonneau of Harvard, who is hunting for small planets that cross in front of dwarf stars. “I think it’s great news for those of us looking for this kind of thing around this kind of star.”

But finding them takes a long time. In all, 238 measurements of the star’s wobbles, went into the discovery, and each measurement took a full night of observing.

For Butler and Vogt, though, 11 years wasn’t so long to wait. He’s actually surprised that a potentially habitable planet showed up so quickly and so nearby.

“The fact that we found one so close and so early on in the search suggests there’s a lot of these things,” Butler says. Only about 100 other stars are as close to Earth as Gliese 581, and only 9 of them have been closely examined for planets. Odds are good that 10 to 20 percent of stars in the Milky Way have habitable planets, Vogt says.

Finding them won’t take a huge advance in technology, he adds. It will just take more telescope time.

“I have suggested that we build a dedicated automated planet finder to do this kind of work 365 nights a year,” he said. “If we had something equivalent to Keck that we could use every night, these things would be pouring out of the sky.”




Fuente: Wired Science

La sustentación, a simple vista

Ayer, mientras aterrizaba en el G-BNLS, un Boeing 747-400 de British Airways, en Londres en medio de una respetable capa de nubes, pude comprobar como a ratos se dejaba de ver el ala de avión, y ya no me refiero al extremo del ala, sino incluso a la parte más cercana al fuselaje.

Y mientras pensaba en sistemas ILS y esas cosas, caí en la cuenta de que no sólo estaba viendo las nubes desde dentro, sino que también estaba viendo uno de los efectos extra de la sustentación que producen las alas.

Esta, además de permitir volar al avión, provoca, en las condiciones adecuadas de humedad y temperatura del aire, la creación de una neblina mas o menos densa, tal y como se aprecia perfectamente en este vídeo:



Sólo que, como decía, dentro de las nubes y desde dentro del avión, el efecto es aún más espectacular.


Fuente: Microsiervos

23 de septiembre de 2010

Two Full Days of Saturn’s Aurora


Saturn’s aurora shimmers and shines over the course of two full days in a new movie and images from Cassini orbiter. In an ongoing study compiling thousands of these images, scientists are beginning to decipher what drives the celestial light show.

Much like Earth’s northern and southern lights, Saturn’s aurora is triggered when charged particles from solar winds are channeled toward the poles by the planet’s magnetic field. At the poles, these particles interact with charged gas or plasma in the upper atmosphere and emit light. Saturn’s aurora can also be caused by electromagnetic waves generated when its moons move through its magnetosphere.

Cassini has already delivered some gorgeous examples of these colorful curtains of light.

“But to understand the overall nature of the auroral region we need to make a huge number of observations — which can be difficult because Cassini observation time is in high demand,” said astronomer Tom Stallard of the University of Leicester in the UK in a press release.

Rather than snapping photos of the aurora directly, Stallard and his colleagues are sifting through 7,000 images from Cassini’s VIMS (Visual and Infrared Mapping Spectrometer) instrument to piece together fragments of aurora into a more complete picture.

“As a whole, this wide set of observations will allow us to understand the aurora in general,” Stallard said. Stallard will present preliminary results at the European Planetary Science Congress in Rome on September 24.

The movie shows how the aurora vary over the course of a Saturnian day (about 10 hours and 47 minutes). On the noon (left) and midnight (right) sides, the aurora brighten significantly for several hours at a time, suggesting the brightening is connected with the direction of the Sun. Other features rotate with the planet below, reappearing at the same time and the same place on the second day. This suggests that these features are directly controlled by the direction of Saturn’s magnetic field.

So far, Stallard and his colleagues have made it through about 1,000 out of 7,000 VIMS images of Saturn’s auroral region.



Fuente: Wired Science