26 de julio de 2010
Una impresionante vista de NGC 6188
A unos 4.300 años luz de nuestro planeta, NGC 6188 es un cúmulo estelar “joven” en la constelación Ara. Se formó hace pocos millones de años probablemente a partir de vientos solares y explosiones de supernovas que hacen un verdadero espectáculo visual.
La foto tiene color “falso” usando la paleta del telescopio espacial Hubble que representa diferentes espectros de luz (desde la ultravioleta hasta la infraroja pasando por todos los colores visibles para el ojo humano). Calculando la distancia entre el fotógrafo y NGC 6188, esta foto se extiende en unos 200 años luz.
Fuente: ALT1040
La lenta colisión de las Galaxias Antennae
NGC 4038 y NGC 4039 son dos galaxias más conocidas como las Galaxias Antennae que están en un lentísimo proceso de colisión que durará varios millones de años. Descubiertas en 1785 por William Herschel.
Cuando dos galaxias colisionan, las estrella que lo componen no necesariamente chocan, pero durante el proceso una podría romper la estructura gravitacional de la otra porque son compuestas, sobre todo, están compuestas de espacio vacío.
El inicio de la colisión tiene apenas unos cientos millones de años, con dos brotes estelares en llas, una de hace 600 millones e años y el que está sucediendo ahora. Eso hace a las Galaxias Antennae un ejemplo cercano y temprano de dos galaxias interactuando.
Fuente: ALT1040
Cuando dos galaxias colisionan, las estrella que lo componen no necesariamente chocan, pero durante el proceso una podría romper la estructura gravitacional de la otra porque son compuestas, sobre todo, están compuestas de espacio vacío.
El inicio de la colisión tiene apenas unos cientos millones de años, con dos brotes estelares en llas, una de hace 600 millones e años y el que está sucediendo ahora. Eso hace a las Galaxias Antennae un ejemplo cercano y temprano de dos galaxias interactuando.
Fuente: ALT1040
El Sol como un sólo pixel
Estamos acostumbrados a que el Sol domine nuestro cielo, a verlo como el objeto más grande de este, pero en realidad es una estrella de un tamaño normalito, como demuestra esta imagen, que lo comprara con unas cuantas estrellas más de las que conocemos:
En ella, de la que aquí sólo sale una pequeña parte, pues a tamaño completo mide 10.173×2.500 pixeles, el Sol es un puntito de un pixel situado a la izquierda del todo, al que siguen:
* Albireo, en realidad Albireo A, que según la Wikipedia en inglés mide 16 radios solares.
* Kochab, con 25 veces el radio del Sol.
* Rigel, con un radio de 74 soles
* Deneb, con un radio de entre 108 y 114 soles.
* La estrella pistola, con entre 300 y 340 veces el radio del Sol, descubierta por el Hubble en 1997. Su diámetro viene a ser el de la órbita de la Tierra alrededor del Sol.
* CE Tauri, con unos 525 soles.
* Antares, 700 radios solares.
* Betelgeuse, entre 880 y 950 radios solares.
* WOH G64, una estrella sin nombre propio pero con un radio de unos 2.000 soles que ocuparía nuestro sistema solar hasta la órbita de Saturno.
* VV Cephei A, aunque en este caso quedándonos con el límite superior de la estimación para su radio, que va de 1.000 a 2.200 radios solares, otro grandullón que en este caso iría más allá de la órbita de Saturno.
* VY Canis Majoris, de nuevo tomando el valor alto de las estimaciones, que van de 600 a 2.600 radios solares.
Curiosamente, a pesar de lo enormes que son estas estrellas, el récord de masa lo tiene ahora mismo R136a1, una estrella cuya masa acaba de ser determinada por astrónomos de la Universidad de Sheffield usando datos del VLT del Observatorio Austral Europeo en Chile y del Hubble en unas 265 veces la del Sol.
R136a1 es también la estrella más brillante conocida, con aproximadamente 8.700.000 veces el brillo del Sol
Fuente: Microsiervos
En ella, de la que aquí sólo sale una pequeña parte, pues a tamaño completo mide 10.173×2.500 pixeles, el Sol es un puntito de un pixel situado a la izquierda del todo, al que siguen:
* Albireo, en realidad Albireo A, que según la Wikipedia en inglés mide 16 radios solares.
* Kochab, con 25 veces el radio del Sol.
* Rigel, con un radio de 74 soles
* Deneb, con un radio de entre 108 y 114 soles.
* La estrella pistola, con entre 300 y 340 veces el radio del Sol, descubierta por el Hubble en 1997. Su diámetro viene a ser el de la órbita de la Tierra alrededor del Sol.
* CE Tauri, con unos 525 soles.
* Antares, 700 radios solares.
* Betelgeuse, entre 880 y 950 radios solares.
* WOH G64, una estrella sin nombre propio pero con un radio de unos 2.000 soles que ocuparía nuestro sistema solar hasta la órbita de Saturno.
* VV Cephei A, aunque en este caso quedándonos con el límite superior de la estimación para su radio, que va de 1.000 a 2.200 radios solares, otro grandullón que en este caso iría más allá de la órbita de Saturno.
* VY Canis Majoris, de nuevo tomando el valor alto de las estimaciones, que van de 600 a 2.600 radios solares.
Curiosamente, a pesar de lo enormes que son estas estrellas, el récord de masa lo tiene ahora mismo R136a1, una estrella cuya masa acaba de ser determinada por astrónomos de la Universidad de Sheffield usando datos del VLT del Observatorio Austral Europeo en Chile y del Hubble en unas 265 veces la del Sol.
R136a1 es también la estrella más brillante conocida, con aproximadamente 8.700.000 veces el brillo del Sol
Fuente: Microsiervos
Recrear Neptuno en la Tierra
Algo extraño sucede en el agua de las entrañas de los distantes mundos helados Neptuno y Urano. Las enormes presiones y temperaturas en su núcleo, podrían estar forzando al agua allí presente a abandonar las fases estándar (sólido, líquido o gaseoso). Como estos mundos del sistema solar exterior están tan lejos, solo podemos figurarnos lo que allí sucede, y para eso un equipo internacional de investigadores planea recrear condiciones similares aquí en la Tierra.
Lo que van a hacer en primer lugar es introducir agua en un compresor hecho de tantalio o tungsteno y sellarla. Luego bombardearán el contenedor con haces de iones pesados (por ejemplo de uranio) hasta que el agua en su interior se caliente alcanzando temperaturas de miles de Kelvin y presiones de varios millones de atmósferas.
Estas condiciones extremas podrían revelar dos fases de agua que no son nada comunes en la Tierra: el plasma (un estado de alta energía en el que los electrones no están sujetos a ningún átomo en particular, por lo cual se mueven con libertad); y la fase superiónica (un esquivo estado de la materia en el que los átomos de oxígeno forman un entramado de cristal sólido, alrededor – o a través – del cual, los iones de hidrógeno pueden moverse velozmente).
Una simulación por computadora, publicada el pasado jueves en la revista New Journal of Physics, indica que el experimento podría funcionar. Eso si, a un coste de 1.000 millones de dólares, aunque la factura se repartirá entre los 16 países que participan en el experimento. Con estos precios, llegará el día en que será más interesante visitar esos planetas que recrear sus condiciones aquí en la Tierra.
Fuente: Maikelnai's Blog
24 de julio de 2010
HE 0437-5439, surcando el Universo a más de dos millones y medio de kilómetros por hora
Señoras y señores, el Telescopio Espacial Hubble sigue completamente desatado. El otro día contaba como gracias a él, junto al Very Large Telescope, un grupo de científicos habían conseguido descubrir la estrella más masiva jamás encontrada, y hoy me entero de que en los últimos días ha captado directamente una de las pocas estrellas hiperveloces que pululan por nuestra galaxia.
Esta estrella, conocida como HE 0437-5439 englobada en el grupo de las supergigantes azules, que ha “capturado” ahora este grupo de científicos gracias al Hubble, es muy especial por varias razones. La primera debido a que como decía arriba se trata de uno de los pocos cuerpos celestes hiperveloces que pueblan la Vía Láctea -concretamente está viajando a una velocidad de más de dos millones y medio de kilómetros por hora, o dicho de otra manera, tres veces más rápido que la velocidad orbital del Sol- y la segunda por que ha sido la primera estrella de este tipo que se ha podido observar directamente.
Desde hace tiempo se pensaba que estos cuerpos celestes extremadamente rápidos tenían que provenir del centro de la Vía Láctea, lo que gracias a la HE 0437-5439 se ha podido confirmar. Según los cálculos del Hubble la estrella comenzó su viaje por nuestra galaxia hace 100 millones de años desde el mismísimo corazón de la misma en el que hay un enorme agujero negro (como en muchas otras galaxias del Universo) y ahora se dirige hacia el espacio profundo. Y dicho todo esto me falta por explicar lo mejor de todo: ¿cómo narices es que la HE 0437-5439 se desplaza tan extremadamente rápido?
La pregunta tiene toda la lógica del mundo ya que cualquiera que sepa un poquito de astronomía sabe que tanta velocidad es innecesaria, casi casi hasta absurda. La teoría más plausible, formulada en base a lo observado, para explicar tanto la formación de la estrella como su velocidad es que HE 0437-5439 era parte de un conjunto de tres estrellas más pequeñas, dos orbitando muy cerca una de la otra y la tercera algo más alejada situada más cerca del agujero negro de la Vía Láctea. En algún momento el agujero negro absorbió a esta tercera estrella y le dio un tremendo empujón a las otras dos, las cuales finalmente se fusionaron y dieron lugar a la supergigante azul hiperveloz que nos ocupa.
Todavía hay muchas incógnitas en torno a este tipo de cuerpo celeste, pero gracias a este último hallazgo las cosas están un poquito más claras y nos permitirá, en boca de Oleg Gnedin, jefe del proyecto que ha captado HE 0437-5439, “[...]aprender mucho sobre la naturaleza de la masa del Universo que no podemos ver y eso nos ayudará a comprender cómo se formaron las galaxias”.
Fuente: ALT1040
Esta estrella, conocida como HE 0437-5439 englobada en el grupo de las supergigantes azules, que ha “capturado” ahora este grupo de científicos gracias al Hubble, es muy especial por varias razones. La primera debido a que como decía arriba se trata de uno de los pocos cuerpos celestes hiperveloces que pueblan la Vía Láctea -concretamente está viajando a una velocidad de más de dos millones y medio de kilómetros por hora, o dicho de otra manera, tres veces más rápido que la velocidad orbital del Sol- y la segunda por que ha sido la primera estrella de este tipo que se ha podido observar directamente.
Desde hace tiempo se pensaba que estos cuerpos celestes extremadamente rápidos tenían que provenir del centro de la Vía Láctea, lo que gracias a la HE 0437-5439 se ha podido confirmar. Según los cálculos del Hubble la estrella comenzó su viaje por nuestra galaxia hace 100 millones de años desde el mismísimo corazón de la misma en el que hay un enorme agujero negro (como en muchas otras galaxias del Universo) y ahora se dirige hacia el espacio profundo. Y dicho todo esto me falta por explicar lo mejor de todo: ¿cómo narices es que la HE 0437-5439 se desplaza tan extremadamente rápido?
La pregunta tiene toda la lógica del mundo ya que cualquiera que sepa un poquito de astronomía sabe que tanta velocidad es innecesaria, casi casi hasta absurda. La teoría más plausible, formulada en base a lo observado, para explicar tanto la formación de la estrella como su velocidad es que HE 0437-5439 era parte de un conjunto de tres estrellas más pequeñas, dos orbitando muy cerca una de la otra y la tercera algo más alejada situada más cerca del agujero negro de la Vía Láctea. En algún momento el agujero negro absorbió a esta tercera estrella y le dio un tremendo empujón a las otras dos, las cuales finalmente se fusionaron y dieron lugar a la supergigante azul hiperveloz que nos ocupa.
Todavía hay muchas incógnitas en torno a este tipo de cuerpo celeste, pero gracias a este último hallazgo las cosas están un poquito más claras y nos permitirá, en boca de Oleg Gnedin, jefe del proyecto que ha captado HE 0437-5439, “[...]aprender mucho sobre la naturaleza de la masa del Universo que no podemos ver y eso nos ayudará a comprender cómo se formaron las galaxias”.
Fuente: ALT1040
21 de julio de 2010
Descubierta la estrella más masiva jamás encontrada
Es una realidad que en los últimos años el hombre ha conseguido alcanzar unos niveles de comprensión sobre el Universo y todo lo que en él sucede muy altos, pero también es igual de cierto que a pesar de eso todavía nos falta mucho camino por recorrer. Pues bien, ahora un grupo de científicos acaba de echar algo de luz (o quizás más incógnitas que luz) sobre una de las incógnitas sobre la cual los científicos vienen discutiendo hace mucho: ¿cuán masiva puede ser una estrella?
Concretamente el mentado grupo de científicos, capitaneados por el astrofísico Paul Crowther, han conseguido todo un hito al capturar imágenes de siete estrellas de las englobadas en el grupo de las supergigantes azules. Tres de ellas las encontraron en el cúmulo de estrellas NGC 3603 y las cuatro restantes en el cúmulo R 136 utilizando el Very Large Telescope (o VLT por sus siglas) en combinación con información del Telescopio Espacial Hubble.
De por sí esto ya es muy importante por lo extremadamente complejo que resulta encontrar supergigantes debido a que su corta vida y la intensísima luz que emiten -millones de veces más potente que la del Sol- dificulta sobre manera la tarea, pero es que además entre esas siete supergigantes una de ellas, la bautizada como R 136a1, ha resultado ser la estrella más masiva conocida hasta la fecha. Para que os hagáis una idea de lo enorme que es, han calculado que la R 136a1 actualmente tiene una masa 265 veces superior a la del Sol y en el momento de su nacimiento su masa equivalía aproximadamente a 320 soles. El descubrimiento de este mastodonte galáctico es algo muy importante ya que, y cito textualmente declaraciones del ESO, “La existencia de tales monstruos, millones de veces más luminosos que el Sol, que pierden peso a través de vientos muy poderosos, podría proporcionar una respuesta a la incógnita de cuán masivas pueden ser las estrellas”.
Ahora bien, aunque se diera el mejor de los casos (conseguir responder a la pregunta que comentaba en el primer párrafo) muchas son las preguntas que seguirían faltando por responde en relación con las supergigantes azules, por ejemplo cómo narices se forman, si desde cero dentro de los cúmulos de estrellas o mediante fusiones como pasa con los agujeros negros y las galaxias.
Y nada más por añadir me falta, ahora solamente nos queda esperar a que el grupo de científicos estudien en profundidad las imágenes captadas y ver qué conclusiones sacan.
Fuente: ALT1040
Concretamente el mentado grupo de científicos, capitaneados por el astrofísico Paul Crowther, han conseguido todo un hito al capturar imágenes de siete estrellas de las englobadas en el grupo de las supergigantes azules. Tres de ellas las encontraron en el cúmulo de estrellas NGC 3603 y las cuatro restantes en el cúmulo R 136 utilizando el Very Large Telescope (o VLT por sus siglas) en combinación con información del Telescopio Espacial Hubble.
De por sí esto ya es muy importante por lo extremadamente complejo que resulta encontrar supergigantes debido a que su corta vida y la intensísima luz que emiten -millones de veces más potente que la del Sol- dificulta sobre manera la tarea, pero es que además entre esas siete supergigantes una de ellas, la bautizada como R 136a1, ha resultado ser la estrella más masiva conocida hasta la fecha. Para que os hagáis una idea de lo enorme que es, han calculado que la R 136a1 actualmente tiene una masa 265 veces superior a la del Sol y en el momento de su nacimiento su masa equivalía aproximadamente a 320 soles. El descubrimiento de este mastodonte galáctico es algo muy importante ya que, y cito textualmente declaraciones del ESO, “La existencia de tales monstruos, millones de veces más luminosos que el Sol, que pierden peso a través de vientos muy poderosos, podría proporcionar una respuesta a la incógnita de cuán masivas pueden ser las estrellas”.
Ahora bien, aunque se diera el mejor de los casos (conseguir responder a la pregunta que comentaba en el primer párrafo) muchas son las preguntas que seguirían faltando por responde en relación con las supergigantes azules, por ejemplo cómo narices se forman, si desde cero dentro de los cúmulos de estrellas o mediante fusiones como pasa con los agujeros negros y las galaxias.
Y nada más por añadir me falta, ahora solamente nos queda esperar a que el grupo de científicos estudien en profundidad las imágenes captadas y ver qué conclusiones sacan.
Fuente: ALT1040
16 de julio de 2010
¿Cuánto es capaz de planear un avión si se le paran los motores?
Os vais de vacaciones, cogéis un avión transatlántico y, de repente, por arte de birlibirloque, zas, se estropean todos los motores del avión. ¿Podréis llegar al aeropuerto planeando? ¿Cuánto tardaréis en convertiros en personajes de Lost?
La distancia que puede cubrir un avión planeando viene determinada por su rendimiento aerodinámico, es decir, el índice que mide las cantidades relativas de elevación y resistencia aerodinámica de las alas.
Por lo general, este índice es de 22 para los monoplanos, unos 16 para los aviones a reacción de pasajeros convencionales y de sólo 8 como máximo para los aviones supersónicos de ala en flecha como el Concorde.
Para saber si salvaréis la vida, hay que multiplicar dicho índice por la altitud del avión en el momento del fallo de los motores. Por ejemplo, si fallan a 10.000 m de altitud, un avión de pasajeros de motor a reacción debería poder llegar a 160 km de distancia.
Todo esto, por supuesto, es la teoría. En la realidad puede haber algunas variaciones. Pero no muchas, como podemos ver en el siguiente caso real:
En agosto de 2001, un airbus 330 canadiense de Air Transat que cubría la ruta Toronto-Lisboa sufrió una terrible pérdida del combustible. Tras detectar el fallo, los pilotos pusieron rumbo a un aeródromo de las Azores, pero los dos motores fallaron cuando aún estaban a casi 140 km de distancia. Por fortuna, el rendimiento aerodinámico del avión era de 16 y el fallo se produjo a 10.500 m, con lo que logró planear hasta su destino. Los pilotos lograron llevar a cabo un aterrizaje a alta velocidad en el que sólo una docena de pasajeros sufrieron alguna herida leve.
Fuente: Genciencia
Mercury Flyby Maps New Territory
The results from the Messenger spacecraft’s third and final flyby of Mercury are finally in and cover ground never before mapped. But they leave scientists wanting more.
NASA’s orbiter swung around Mercury on Sept. 29, 2009 to get a gravitational boost before settling into orbit in March 2011. The snapshots it took as it flew past provide tantalizing glimpses of young volcanic vents, violent magnetic storms and mysterious concentrations of calcium in the atmosphere. But the view was cut short by the spacecraft going into safe mode just before its closest approach.
Planetary scientists are now anxious for the main event.
“It will be so great when we go into orbit,” said planetary scientist Brett Denevi of Arizona State University, co-author of a new paper describing the new view of Mercury’s surface. “This is all just a teeny snapshot. Going into orbit will be like two flybys every day.”
Three papers published online July 15 in Science Express describe what Messenger saw on its last flyby. Scientists have now mapped 98 percent of the planet by combining the new observations with the first two flybys in January and October 2008, plus the Mariner 10 mission in the ’70s, Denevi said. The latest flyby filled in a 360-mile-wide gap that had never been imaged before.
“It wasn’t a huge amount of real estate, but there was a lot of really interesting stuff there,” Denevi said. The most exciting features include a 180-mile-wide basin filled with hardened lava, and a crooked bowl surrounded by glass and magma that may be the largest volcanic vent ever identified on Mercury. Together, these features suggest that Mercury had active volcanoes later in its history than scientists had suspected.
“After Mariner 10, it was thought that if Mercury had volcanism at all, it probably shut off really early in the planet’s history, earlier than the other planets,” Denevi said. Earlier flybys showed this view to be totally wrong: 40 percent of Mercury’s surface was formed by volcanoes, some of it recently. And the new basin, dubbed Rachmaninoff, shows that Mercury may have been volcanically active well into the second half of its life.
The smooth plains that fill Rachmaninoff were likely once molten magma that welled up from below. Although Denevi says we can’t be certain exactly how old the terrain is without analyzing samples, it could be less than a billion years old, “which is young on a planetary scale.”
To Rachmaninoff’s north is an irregular depression surrounded by bright material that looks yellow in false color images (right). This feature was spotted from Earth-based telescopes, but had been labeled an impact crater. It wasn’t until the third flyby that scientists recognized the bowl for what it is: a volcanic vent.
That was surprising. Because Mercury is so close to the sun, scientists expected all the volatile gases that could burst out in explosive volcanism would have been driven off. But at least in this one spot, there were enough gases to drive fiery plumes of magma to the surface.
There’s still more to see of Mercury’s surface, and better angles to see it from, Denevi said. “We’ll have to wait until orbit to get a really good look.”
Another surprise came from Mercury’s magnetosphere, the region above the planet’s surface where the magnetic field butts against charged particles and plasma from the solar wind. Besides Earth, Mercury is the only terrestrial planet that has a magnetic field generated by a liquid core. Both planets’ magnetospheres are deformed by the solar wind, leaving a bulge of magnetic field on the planet’s sunward side and a long tail like a comet’s extending away from the sun (below, left).
On Earth, the solar wind sometimes breaks the lines of magnetic force on the sunward side and pulls them back into the tail, resulting in a massive buildup and subsequent dissipation of energy (below, center and right). This “loading” and “unloading” of the tail causes space weather disturbances called magnetic substorms, which last around an hour on Earth. The energy from these storms accelerates charged particles through the Earth’s upper atmosphere, creates the Northern Lights and wreaks havoc on communications satellites.
Mercury’s weak magnetic field supports substorms, too — 10 times stronger and 20 times faster than Earth’s. Messenger recorded four storms, each of which took only two or three minutes. On Earth, the amount of energy in the tail increases by only 10 or 20 percent, but on Mercury, the energy doubled or tripled.
“The loading and unloading was extreme, it was huge,” said NASA space physicist James A. Slavin, lead author of a paper describing the magnetic observations.
But weirdly, despite the intensity of the substorms, Messenger didn’t detect a single accelerated particle.
“It’s a conundrum,” Slavin said. “For some reason in this little magnetosphere, none of that energy is making it into energetic particles.”
The only solution is to wait for more data. “We’re really looking forward to the orbit phase,” Slavin said. “It might be quite a treasure trove.”
The link between the surface and the magnetic field is Mercury’s tenuous and changeable atmosphere, called the exosphere. Everything in the exosphere was knocked off the surface by ions, photons or dust.
“You get definitive fingerprints of things coming off the surface,” said planetary scientist Ron Vervack of Johns Hopkins’ Applied Physics Lab, lead author of the paper that deals with the exosphere. “It gives the best picture of composition until we can have hard samples in the lab.”
And charged particles in the exosphere can be carried around and away from the planet by the magnetic field. “Our extreme tail loading may be important for maintaining Mercury’s exosphere,” Slavin said.
The third flyby made the first detailed measurements of sodium, calcium and magnesium over Mercury’s poles. Messenger also made the first measurement of an ion, positively charged calcium, in the exosphere. These measurements can help understand how materials move around the planet, Vervack said.
The strangest thing found in the exosphere was a persistent smear of neutral calcium near the edge of night and day. This extra clump of calcium was in the same spot in all three flybys, which, in an ever-changing exosphere, is profoundly weird.
“We don’t understand where it’s coming from, or why it’s so consistent,” Vervack said. Concentrations of magnesium and sodium both changed between the flybys, so some unknown surface process must work on calcium alone.
Like the rest of the Messenger team, “we need more observations at this point,” Vervack said. “It’s a puzzle, but we don’t have all the pieces yet.”
Fuente: Wired Science
14 de julio de 2010
Dione y Titán
¿Quién dice que los científicos observadores de la NASA no pueden hacer arte con la cámara de fotos de la sonda Cassini? En el primer plano de la imagen está la luna Dione, una de las nubes de Saturno con Titán de fondo, estando a unos 1,8 milliones de kilómetros de la primera y 2,7 milliones de kilómetros de la segunda.
La imagen fue tomada con la cámara de ángulo corto del Cassini el pasado 10 de abril usando luz azul visible. Dione fue descubierta por Giovanni Cassini en 1684. El satélite está compuesto principalmente de agua congelada.
Por cierto, Dione tiene dos satélites troyanos, Helena y Pollux. Aunque el primero fue descubierto en 1980, el segundo satélite fue descubierto en 2004 también por la sonda Cassini.
Fuente: ALT1040
La imagen fue tomada con la cámara de ángulo corto del Cassini el pasado 10 de abril usando luz azul visible. Dione fue descubierta por Giovanni Cassini en 1684. El satélite está compuesto principalmente de agua congelada.
Por cierto, Dione tiene dos satélites troyanos, Helena y Pollux. Aunque el primero fue descubierto en 1980, el segundo satélite fue descubierto en 2004 también por la sonda Cassini.
Fuente: ALT1040
Death Star Off the Hook for Mass Extinctions
A massive extinction like the one that claimed the dinosaurs has hit the Earth like clockwork every 27 million years, a new fossil analysis confirms. But the study claims to rule out one controversial explanation: a dark stellar companion called Nemesis that sends a regular rain of deadly comets toward Earth.
“The main astronomical ideas you can come up with that could cause something like this just don’t work,” said physicist Adrian Melott of the University of Kansas, a co-author of the new study.
Nemesis was first suggested in 1984 as a way to explain an alarmingly regular series of extinctions in the marine fossil record, which was discovered by paleontologists David Raup and Jack Sepkoski. In light of the suggestion in 1980 that the dinosaurs were killed by a catastrophic impact, an invisible cosmic sniper lobbing comets at the inner solar system seemed like a plausible culprit.
Two independent groups of astronomers suggested that a dim brown dwarf or red dwarf star lying between one and two light-years from the sun could throw a shower of ice and rock from the Oort Cloud every 26 million or 27 million years to wreak havoc on Earth. Because the orbit of this “death star” would be tweaked by interactions with other stars and the Milky Way, the time between one impact and the next should vary by 15 to 30 percent.
But now, Melott and co-author Richard Bambach of the National Museum of Natural History in Washington, D.C., say that’s not actually what happens. The extinctions come almost exactly every 27 million years, they say, to a confidence interval of 99 percent.
“It’s really too good, it’s too sharp and fixed,” Melott said. “It’s like a clock.”
Melott and Bambach compared two huge data sets going back 500 million years, twice as far as the 1984 study looked. One dataset, the Sepkoski database, is a continuation of the original study. The other, the Paleobiology Database, was compiled between 2000 and 2008. Both sets include many fossils that have been found and cataloged since 1984.
The researchers searched mathematically for patterns that were common to both datasets, and found that both showed an excess of organisms disappearing every 27 million years, too regularly to be caused by a shiftable star.
“It was a slam dunk on finding exactly what you would expect to find if they [Raup and Sepkoski] were right, which surprised me,” Melott said. “We have strong confirmation of this periodicity, it’s exactly the same one that those guys found in ‘84, and we have no clue what’s causing it.”
Other astronomers think Nemesis is still out there, however. Richard A. Muller of the University of California at Berkeley, one of the authors of the 1984 paper proposing the dark star and the author of a popular book called Nemesis: The Death Star, thinks Melott is “coming to too strong a conclusion.”
“I would agree with most of what he says, but I think he is overestimating the accuracy of the geologic timescale,” he said. The geological record gives only an approximate sense of when major extinctions happened. “You get them in the right order, but it’s really difficult to get an actual date,” he said. In light of that uncertainty, “I would say the Nemesis hypothesis is still alive.”
There is a way to check. Several ongoing astronomical survey telescopes, including NASA’s Wide-Field Infrared Survey Explorer, the Large Synoptic Survey Telescope and the Pan-STARRS survey, are scanning the sky with enough sensitivity to find Nemesis if it exists. If they don’t find the dark star, then it probably isn’t there.
“That’s the ultimate test,” Muller said.
Fuente: Wired Science
Hubble Captures Cosmic Cauldron
The churning clouds of dust and gas in this colorful new Hubble image of star-forming region NGC 2467 speak to the violent, tumultuous youthfulness of the region’s stars. The hot infant stars that were brewed in the cloud are emitting fierce ultraviolet radiation, sculpting and eroding the surrounding gas and making it glow in visible wavelengths.
Most of the radiation comes from the single hot, massive star just above the center of the image. Its radiation has pushed aside so much of the gas that a new generation of stars has started forming in the denser regions around the edge. Many more young stars inhabit this region than are visible in this image, but they are hidden by gas and dust.
NGC 2467 lies in the southern constellation Puppis, the Latin name for the poop deck of a ship. It is part of a larger constellation representing the Argo, Jason’s ship in Greek mythology. NGC 2467 is thought to lie about 13,000 light-years from Earth.
The picture was created from images taken with the Advanced Camera for Surveys through three different filters, shown in blue, green and red. The data were taken in 2004.
Higher-resolution versions are available.
Fuente: Wired Science
Dark Matter May Be Building Up Inside the Sun
The sun could be a net for dark matter, a new study suggests. If dark matter happens to take a certain specific form, it could build up in our nearest star and alter how heat moves inside it in a way that would be observable from Earth.
Dark matter is the mysterious stuff that makes up about 83 percent of the matter in the universe, but doesn’t interact with electromagnetic forces. Although the universe contains five times as much dark matter as normal matter, dark matter is completely invisible both to human eyes and every kind of telescope ever devised. Physicists only know it’s there because of its gravitational effect on normal matter. Dark matter keeps galaxies spinning quickly without flying apart and is responsible for much of the large-scale structure in the universe.
Current dark matter detectors are looking for WIMPs, or weakly interacting massive particles, that connect only with the weak nuclear force and gravity. Based on the most widely accepted theories, most experiments are tuned to look for a particle that is about 100 times more massive than a proton. The chief suspect is also its own antiparticle: Whenever a WIMP meets another WIMP, they annihilate each other.
“This is something that has always worried me,” said astroparticle physicist Subir Sarkar of the University of Oxford. If equal amounts of matter and antimatter were created in the big bang, the particles should have completely wiped each other out by now. “Obviously that did not happen, we are here to prove it,” he said. “So something created an asymmetry of matter over antimatter,” letting a little bit of matter survive after all the antimatter was gone.
Whatever made regular matter beat out regular antimatter could have worked on dark matter as well, Sarkar suggests. If dark matter evolved similarly to regular matter, it would have to be much lighter than current experiments expect, only about 5 times the mass of a proton. That’s a suggestive number, Sarkar says.
“If it were five times heavier, it would get five times the abundance. That’s what dark matter is,” he said. “That’s the simplest explanation for dark matter in my view.”
The trouble is, these light particles are much more difficult to detect with current experiments. In a paper in the July 2 Physical Review Letters, Sarkar and Oxford colleague Mads Frandsen suggest another way to find light dark matter: Look to the sun.
Because lightweight dark matter particles wouldn’t vaporize each other when they meet, the sun should collect the particles the way snowballs collect more snow.
“The sun has been whizzing around the galaxy for 5 billion years, sweeping up all the dark matter as it goes,” Sarkar said.
The buildup of dark matter could solve a pressing problem in solar physics, called the solar composition problem. Sensitive observations of waves on the sun’s surface have revealed that the sun has a much easier time transporting heat from its interior to its surface than standard models predict it should.
Dark matter particles that interact only with each other could make up the difference. Photons and particles of regular matter bounce off each other on their way from the sun’s interior to its surface, so light and heat can take billions of years to escape. But because dark matter particles ignore all the regular matter inside the sun, they have less stuff in their way and can transport heat more efficiently.
“When we do the calculation, to our amazement, it turns out this is true,” Sarkar said. “They can transport enough heat to solve the solar composition problem.”
Next, Sarkar and Frandsen calculated how being full of dark matter would affect the number of neutrinos the sun gives off. They found that the neutrino flux would change by a few percent. That’s not much, Sarkar said, but it’s just enough to be detected by two different neutrino experiments — one in Italy called Borexino and one in Canada called SNO+ — that are soon to get under way.
“It’s a speculative idea, but it’s testable,” Sarkar said. “And the tools to test it are coming on line pretty fast. We don’t have to wait 20 years.”
The idea of lightweight dark matter influencing the sun is “not too much of a stretch, in my opinion,” said physicist Dan Hooper of Fermilab in Illinois. “I look at their numbers, and they’re very plausible to me.”
Some puzzling results from dark matter detectors hint that these lightweight particles could have already been detected. Earlier this year, a germanium hockey puck in a mine in Minnesota called the Coherent Germanium Neutrino Technology (CoGeNT) detected a signal from a particle about 7 times the mass of the proton, though they’re not sure yet whether it’s dark matter. Another detector in Italy called DAMA has reported similar results.
“There’s an increasingly compelling body of evidence accumulating” that dark matter is just a few times as massive as a proton, Hooper said. “The jury is still out, but if this is really what’s going on, we should be able to know it with some confidence in the next year or so.”
Update: Regular matter makes up 5 percent of the energy density of the universe, and dark matter makes up 25 percent (five times more than regular matter). The remaining 70 percent is dark energy.
Fuente: Wired Science
Sun’s Dust Ring Could Help Find Exo-Earths
Earth-like exoplanets could announce their presence through trailing clumps of dust — and new observations of the Earth’s own dust cloud could provide a way to find them. Over the course of five years, the Spitzer Space Telescope drifted through a diffuse but extensive ring of dust particles that orbit the sun in lockstep with the Earth, showing astronomers for the first time what the dusty signature of an exo-Earth might look like.
“For the first time we can measure the structure of that cloud along the Earth’s orbit, using this moving space probe that travels through the cloud,” said astronomer William T. Reach of the Universities Space Research Association, the author of a paper to appear in the journal Icarus. “We can use that as a key, as a template, to understand the dust around other stars.”
The observations showed that a ring of dust from comet tails and broken asteroids follows the Earth in its orbit, something astronomers had already suspected. The dust particles are about 0.02 millimeters in diameter or larger. An extra-thick cloud of these particles about 7 million miles wide trails behind the Earth at about 80 times the distance from the Earth to the moon. Spitzer, which follows the Earth in orbit around the sun, sent images from directly inside this cloud from its launch in 2003 until its coolant ran out in 2009.
Astronomers’ first whiff of this trailing dust clump came in 1984, when the IRAS spacecraft showed that the sky is brighter in infrared wavelengths when looking backward along the Earth’s orbit than when looking forward. Because dust glows in the infrared, the lightened sky was a clear sign that more dust follows the planet than leads it.
“We couldn’t figure out for the life of us what the hell was going on,” said astronomer Mark Sykes, now the director of the Planetary Science Institute in Arizona, who worked on the IRAS project. No good explanations emerged until the early ’90s, when astronomer Sumita Jayaraman, also now at the Planetary Science Institute, realized that individual dust particles could get temporarily trapped in a special gravitational relationship called a resonant orbit with Earth.
Most of the dust in the plane of the solar system, called the zodiacal cloud, will eventually spiral into the sun. But particles of the right size, tens of micrometers across, can feel a little gravitational push as they float by the Earth. That push counteracts the sun’s pull just enough to hold the dust particles in a loose halo around the sun. The subtle interactions of the Earth and the dust grains’ movements lead to the backward-facing clump.
Mathematical models of the dust ring gave astronomers an idea of the clump’s extent, but the Spitzer observations were the first chance to test them.
“This work is great because it provides us a novel way of probing the structure of this cloud, which could then feed back into these detailed dynamical models of the dust,” Sykes said.
The observations can feed models of what dust rings associated with extrasolar planets might look like. Of the few extrasolar planets to have their pictures taken by direct imaging, at least two hinted at their presence by warping the disk of dust and gas around their star. Earth-like planets that are too small or dim to find through usual methods may have a subtle but detectable influence on their dust disks.
“It’s a way that we can recognize planets around other stars that we can’t necessarily see,” said NASA exoplanet scientist Marc Kuchner. “This result make it much easier to compare solar system dust clouds with ones we see in the disks.”
But the dust can be misleading too, Kuchner warns. “They can be bad news if you’re trying to directly image a planet, because they can masquerade as planets themselves,” he said. “It’s both the signal and the noise.”
Fuente: Wired Science
Cascade of Star Formation Captured in Omega Nebula
A wave of star formation is crashing through the Omega Nebula, captured in infrared by NASA’s Spitzer Space Telescope. The bright nebula in the middle, formally known as M17, has long been recognized as a bustling star factory. But only recently have telescopes picked up on the bursts of activity that flank it.
The dark wisps of dust to the right of the starburst make up a feature called M17 SWex, which the new image reveals as a young hotbed of star formation.
“We believe we’ve managed to observe this dark cloud in a very early phase of star formation before its most massive stars have ignited,” said astronomer Matthew Povich of Penn State University in a press release.
Spitzer detected 488 newly forming stars in the serpentine cloud, 200 of which will become blue-white class B stars larger and hotter than the sun. Povich expects that as many as 10,000 stars are brewing below the telescope’s detection limits.
But the cloud is missing the largest, hottest, bluest stars, called class O stars, which light up the neighboring nebula. A luminous bubble of gas and dust to the nebula’s left also shows signs of O star activity. The bubble was blown off by much older stars that spewed radiation in their windy, wild youths.
So where are the dark cloud’s O stars? A solution could come from the nebula’s place in the galaxy. M17 is in the process of crossing one of the Milky Way’s massive spiral arms. The higher concentration of gas and dust in the spiral arm could be compressing material in M17, triggering a cascade of star formation from the bubble to the cloud.
The stars’ ages support this theory: The stars in the bubble are 2 million to 5 million years old, the bright stars in the middle are about a million years old, and the stars in the dust cloud are younger than a million years. M17 SWex’s big blue stars may just need an extra nudge to come to life.
This region of the sky could give astronomers new insight into what conditions massive stars need to ignite.
“We hope people will use M17 SWex as a new laboratory for studying this exact problem of how massive star formation happens,” Povich said. “Most very young clouds being studied don’t have as much going on as this one does.”
High-resolution images with and without labels.
Fuente: Wired Science
Mirando el cielo: el brillo de la Luna y magnitudes estelares
Imaginad que estáis andando por un sendero en mitad de un bosque y entonces echáis un vistazo al cielo. ¿Qué veréis? Si hay suerte, lo primero que os llamará la atención es la Luna, a una distancia media de 385.000 km (lo cual es poca distancia si tenemos en cuenta que el Sol se encuentra a 150.000.000 km).
La Luna refulge de esa manera porque es como un gran espejo en el que se refleja la luz del Sol. Pero, a pesar de todo, el albedo de la Luna (es decir, su poder reflectante) es de sólo un 7 %. Es decir, que sólo un 7 % de la luz del Sol que cae sobre su superficie se refleja hacia el espacio. A pesar de todo, ese mínimo reflejo es suficiente para que veamos el sendero en plena noche.
La Teoría de Orfeo propone que había un planeta del tamaño de Marte orbitando entre el propio Marte y la Tierra. Colisionó con nosotros apenas de refilón y… la Luna acabó siendo parte de ese planeta y parte del nuestro.
Si no hay Luna llena, entonces podremos observar con mayor definición el inmenso mantel de estrellas desparramadas. Unas parpadean y otras, no. Las que parpadean son estrellas. Las que no parpadean son planetas.
Existen alrededor de unas 6.000 estrellas visibles a simple vista y, desde un punto u otro de la superficie terrestre, pueden verse aproximadamente unas 2.000.
Las más luminosas son las estrellas de primera magnitud, que es el nombre que les dio Hiparlo, el mayor astrónomo de todos los tiempos antiguos. Nacido en Turquía alrededor del año 190 a. C., Hiparco completó el primer catálogo estelar conocido y dividió las estrellas visibles en seis categorías que seguimos usando hoy en día y que van desde las de primera magnitud a las de sexta.
En 1856, su escala fue estandarizada por el astrónomo inglés Norman Pogson, que definió la magnitud 1 como 100 veces más brillante que la magnitud 6, haciendo que cada magnitud fuera 2,51 veces más luminosa que la que sigue.
Una estrella muy luminosa podría ser de magnitud 0 (dos veces y media más brillante que una de magnitud 1). O incluso de magnitud -1 (dos veces y media más brillante que una de magnitud 0).
Un ejemplo de estrella muy brillante no sólo porque esté cerca sino porque es muy grande es Betelgeuse, en la constelación de Orión. Tiene magnitud 0,5 y pertenece a una clase de estrellas llamadas “gigantes rojas”. Es tan enorme que, si pusiéramos el Sol en su centro, la órbita de la Tierra estaría contenida dentro de su circunferencia.
El brillo de cualquier fuente luminosa disminuye de acuerdo al cuadrado de su distancia. Es decir, que si dos luces idénticas se colocan de forma que una esté el doble de lejos que la otra, la más cercana parecerá cuatro veces más brillante.
Esto también se aplica a las estrellas, naturalmente. Así pues, Rigel y Capela parecen tener la misma luminosidad, pero Rigel está 20 veces más lejos que Capela. Si Rigel estuviera tan cerca como Capela, entonces la Tierra recibiría 20 × 20 = 400 veces más luz y parecería 400 veces más brillante que ahora. (Su luminosidad real es 60.000 veces mayor que la del Sol).
Fuente: Genciencia
¿Qué tan inusuales son los minerales raros?
Durante la educación elemental, todos nos familiarizamos con el término minerales raros durante las clases de Química. Muchos de estos elementos, sin embargo, se encuentran insertos en muchos de los aparatos electrónicos que utilizamos en la actualidad. Conforme avanza la tecnología, la industria se apoya cada vez más en los inquilinos del fondo de la tabla periódica. Pero, ¿qué tan inusuales son en nuestro planeta? ¿Corren riesgo de agotarse pronto?
Lo primero que hay que dejar en claro es que el término es un poco obsoleto. Acuñado hace más de dos siglos, hacía referencia a minerales cuyas aplicaciones eran desconocidas en ese momento. Los elementos raros ligeros, como el cerio (usado en el pulido de lentes), es relativamente abundante; mientras que los pesados, como el europio (empleado en televisiones a color y lámparas fluorescentes), sí es más complicado de hallar. Es decir, su rareza no necesariamente radica en que existan en poca cantidad en el mundo.
De hecho, la mayoría de estos elementos se encuentran concentrados en China. El gigante asiático acapara cerca del 95% de la extracción de estos minerales. Si bien ahora China es quien surte a la industria global, poco a poco está tendencia se revertirá por dos razones principales. La primera es una cuestión de demanda, ya que se espera que entre dos y cinco años, la demanda interna de China sobrepase su capacidad de exportación. La segunda razón es una cuestión de independencia y soberanía, ya que a Estados Unidos le hace ruido que su industria dependa tanto de otro país.
La rareza de estos minerales también hace referencia a su extracción y tratamiento. Si bien no son tan difíciles de hallar, manejarlos sí requieren mucho cuidado. La mayoría de estos minerales producen residuos radioactivos, por lo cual las políticas ambientales son sumamente estrictas. Ésta es otra razón por la que Estados Unidos va en desventaja contra China, ya que las políticas laborales del régimen asiático no son famosas por su estricto apego al cuidado a los trabajadores.
Así, los minerales raros insertan cada vez más en el día a día, conforme nuestro estilo de vida dependa más de los aparatos tecnológicos. Estos elementos no son raros de hallar, por lo que no hay que temer que los yacimientos se agoten pronto (de hecho, se consumen apenas 130.000 toneladas métricas al año). Sin embargo, los factores políticos y ecológicos si hacen que el mercado de los minerales raros esté en las manos de unos pocos. Los recursos están: el problema es cómo (y quién) los saca.
Fuente:
Lo primero que hay que dejar en claro es que el término es un poco obsoleto. Acuñado hace más de dos siglos, hacía referencia a minerales cuyas aplicaciones eran desconocidas en ese momento. Los elementos raros ligeros, como el cerio (usado en el pulido de lentes), es relativamente abundante; mientras que los pesados, como el europio (empleado en televisiones a color y lámparas fluorescentes), sí es más complicado de hallar. Es decir, su rareza no necesariamente radica en que existan en poca cantidad en el mundo.
De hecho, la mayoría de estos elementos se encuentran concentrados en China. El gigante asiático acapara cerca del 95% de la extracción de estos minerales. Si bien ahora China es quien surte a la industria global, poco a poco está tendencia se revertirá por dos razones principales. La primera es una cuestión de demanda, ya que se espera que entre dos y cinco años, la demanda interna de China sobrepase su capacidad de exportación. La segunda razón es una cuestión de independencia y soberanía, ya que a Estados Unidos le hace ruido que su industria dependa tanto de otro país.
La rareza de estos minerales también hace referencia a su extracción y tratamiento. Si bien no son tan difíciles de hallar, manejarlos sí requieren mucho cuidado. La mayoría de estos minerales producen residuos radioactivos, por lo cual las políticas ambientales son sumamente estrictas. Ésta es otra razón por la que Estados Unidos va en desventaja contra China, ya que las políticas laborales del régimen asiático no son famosas por su estricto apego al cuidado a los trabajadores.
Así, los minerales raros insertan cada vez más en el día a día, conforme nuestro estilo de vida dependa más de los aparatos tecnológicos. Estos elementos no son raros de hallar, por lo que no hay que temer que los yacimientos se agoten pronto (de hecho, se consumen apenas 130.000 toneladas métricas al año). Sin embargo, los factores políticos y ecológicos si hacen que el mercado de los minerales raros esté en las manos de unos pocos. Los recursos están: el problema es cómo (y quién) los saca.
Fuente:
La Luna se sigue alejando
Concretamente, cuatro centímetros cada año como consecuencia del debilitamiento gravitacional provocado por la diferencia de velocidades de la Tierra y la Luna.
Este es el resultado de las mediciones obtenidas desde hace 40 años mediante unos espejos reflectores que la misión Apolo dejó en la superficie lunar.
Efectos aunque a muy largo plazo: nuestros días se harán más largos, las mareas más suaves y el eje de la Tierra más inestable. También dejará de haber eclipses totales, ya que el tamaño del satélite será insuficiente para tapar con completo al Sol. Esto puede suceder dentro de 400 millones de años.
De hecho, la Luna se aleja de la Tierra desde siempre, provocando cambios importantes en nuestro planeta. En un remoto pasado, nuestros días apenas duraban seis horas, las mareas eran 1.000 veces mayores y los vientos alcanzaban normalmente los 160 km/h
Fuente: DDG
Los restos de la supernova Tycho: Siendo testigos de una explosión espacial
Estos son los restos de la supernova Tycho. La imagen combina observaciones hechas vía Rayos X desde el telescopio espacial Spitzer, el telescopio espacial Chandra y el observatorio Calar Alto en España.
Lo que vemos sucedió 400 años después de la explosión brillante que Tycho Brahe y otros astrónomos de la época observaron. Lo que queda es es una inmensa nube caliente de restos en expansión. Las zonas azules es la onda expansiva resultado del evento.
Fuente: ALT1040
Timelapse de la construcción del primer 777-300ER de British Airways
Esta es la versión con mayor alcance del triple-7, que en la configuración de cabina escogida por la aerolínea permite llevar hasta 365 pasajeros con un alcance máximo de 14.690 kilómetros.
Es el primero de seis que tiene pedidos British Airways, que recibirá otros dos a lo largo de este año y los restantes tres antes a principios de 2012.
Para sus rutas de largo alcance sobre zonas en las que no hay aeropuertos alternativos cercanos el 777-300ER ha volado con un sólo motor durante 389 minutos como parte de su certificación ETOPS 180, que le permite volar a hasta seis horas de distancia de un aeropuerto adecuado.
Fuente: Microsiervos aviones
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