Con este video me quito el sombrero con los pilotos que tenian alguna ruta hacia Hong Kong, mis más grandes respetos. Este aeropuerto fue cerrado en 1998
22 de enero de 2010
17 de enero de 2010
Anillos de Saturno en la Tierra (hipotetico)
Aunque no está del todo claro cuán científicamente correcta sería esta recreación –diría que bastante– es en cualquier caso preciosa: una simulación animada con 3Ds Max de nuestro planeta Tierra… pero con anillos, al estilo de Saturno. De existir, el anillo nos rodearía paralelo al ecuador, y dependiendo de la latitud del observador, proporcionaría magníficas y espectaculares vistas.
En los cálculos se han tenido en cuenta las proporciones correctas de los anillos, los ángulos de visión y el límite de Roche, que define en parte a qué distancia estaría situado. Es una obra de Roy Prol.
Un 15% de las estrellas de la Vía Láctea podría albergar planetas tipo Tierra

Un nuevo estudio sostiene que el 15% de las estrellas de nuestra galaxia podrían albergar planetas “gemelos” a nuestra Tierra. Si el cálculo es correcto, esto significaría que hay varios cientos de millones de sistemas solares parecidos al nuestro ahí afuera.
La investigación se basó en un conteo de estrellas con planetas gigantes gaseosos – parecidos a Júpiter o Saturno – en órbitas lejanas. Esta condición es importante porque la lejanía de estos gigantes con respecto a su estrella madre crea un amplio espacio intermedio ideal para que los planetas rocosos como el nuestro alcancen las regiones habitable llamadas “ricitos de oro”, allá donde el agua pueder existir en su forma líquida.
Debra Fisher, conocida cazadora de exoplanetas de la Universidad de San Francisco (que no está relacionada con este estudio), cuenta que durante la primera década de la búsqueda de planetas extrasolares, los astrónomos se sintieron preocupados porque todos los sistemas que encontraban eran demasiado diferentes al nuestro.
Ahora Fisher opina que: “estos resultados nos reafirman en la idea de la existencia de sistemas solares similares al nuestro. Estos son datos reales que refuerzan la hipótesis de múltiples mundos habitables similares a la Tierra”.
Los astrónomos generalmente cren que los gigantes gaseosos se forman lejos de sus estrellas, mientras que los mundos rocosos se forman más cerca. Pero se cree, que en algunos sistmas solares los gigantes gaseosos pueden migrar al interior golpeando o destruyendo a su paso a los mundos rocosos.
Afortunadamente, como comenta Andy Gould, astrónomo de la Universidad Estatal de Ohio y coautor del estudio, existen sistemas solares como el nuestro en los que los gigantes gaseosos tienen órbitas estables y donde los planetas rocosos pueden prosperar sin recibir golpes. De hecho, en esta clase de sistemas los gigantes gaseosos actúan como escudos gravitatorios que protegen a los pequeños mundos interiores de las mortíferas lluvias de meteoritos.
Encontrar esta clase de sistemas extrasolares es algo en lo que casi 100 científicos están colaborando gracias a la red Microlensing Follow-Up Network (o MicroFUN). Para ello barren la galaxia usando una técnica basada en las microlentes gravitacionales. Básicamente este método consiste en usar el campo gravitatorio de una estrella cercana (ubicada en línea recta entre la Tierra y una estrella lejana) como una lupa.
De camino a la Tierra, la luz de la estrella lejana sufrirá una variación en su trayectoria y una magnificación, al atravesar el campo gravitatorio de la estrella lente intermedia. Si la estrella lente tiene planetas en órbita, los habilidos ojos de los observadores podrán detectar las sútiles pistas de su presencia en la luz magnificada.
Hace 10 años, los cálculos indicaban que el número de sistemas solares gemelos al nuestro podría ser del 45%. Hasta el momento, sin embargo, solo ha encontrado un sistema solar similar al nuestro. El hallazgo tuvo lugar en 2006 y la estrella contaba con su propia versión de Júpiter y Saturno. Si los cálculos iniciales de hace una década fueran correctos, deberían haber aparecido al menos seis sistemas. Por eso los científicos han rebajado ahora el porcentaje a un 15%.
De todos modos, a medida que el número de observaciones y la calidad de las mismas vayan aumentando, este porcentaje podría sufrir variaciones.
Fuente: Maikelnai's blog
Manchas en Betelgeuse

Betelgeuse (no confundir con beetlejuice) es además de un astro con un nombre endemoniadamente raro (de origen árabe) un pedazo de estrella que destaca por su enorme tamaño. No nos queda lo que se dice cerca (no está entre las 10 estrellas más cercanas al sol) sino que se encuentra a 650 años luz. Algunos científicos creen probable que esta bomba gigante estalle, convirtiéndose en supernova, cuando nosotros aún andemos por aquí. ¡Una preocupación más para los catastrofistas!
El secreto de su enorme tamaño (la segunda mayor desde nuestro punto de vista) radica en que es una gigante roja en fase terminal. Los astrónomos estiman que su diámetro es, a pesar de las típicas variaciones de tamaño de esta clase de astros, al menos varios cientos de veces más grande que el del sol. Para que os hagáis una idea de lo que esto puede suponer. Si Betelgeuse ocupara el lugar que le corresponde al sol, su superficie alcanzaría la órbita de Saturno. Pero como una imagen vale más que mil palabras, en la imagen siguiente veran un comparativo de tamaños entre varias estrellas.

Pues bien, ahora los astrónomos Xavier Haubois y Guy Perrin del Observatorio de París han estudiado los datos tomados en 2005 por un equipo de telescopios (ya clausurados) que operaban en luz óptica e infrarroja desde Texas, y los han empleado para reconstruir la imagen infrarroja de la estrella masiva. La imagen conseguida (véase primera foto) tiene un gran detalle, y ha revelado que la superficie de esta gigante roja tiene dos manchas brillantes. Estas manchas, al igual que sucede con las de nuestro sol, podrían mostrar la influencia del campo magnético de Betelgeuse sobre su superficie.
El resultado de esta investigación se ha publicado en Astronomy & Astrophysics.
Fuente: Maikelnai's blog
9 de enero de 2010
La elusiva inteligencia artificial

Tras las optimistas predicciones de mediados del siglo XX acerca de los avances en cerebros electrónicos e inteligencia artificial, lo cierto es que no hay nada que realmente nos pueda hacer pensar que hoy en día estamos más cerca de conseguir crear una inteligencia artificial que entonces ni que HAL 9000 y similares vayan a dejar de ser ciencia ficción a corto plazo.
Es verdad que se han creado sistemas expertos que reúnen los conocimientos de especialistas en algún campo y que mediante preguntas y más preguntas pueden ayudar con el diagnóstico de ciertos problemas. Es también cierto que hay ordenadores capaces de ganar a los más grandes campeones de ajedrez, por citar un par de ejemplos de avances en este campo. Pero ¿se atrevería alguien a decir que muestran un comportamiento inteligente?
Alan Turing, uno de los padres de la informática, propuso ya en 1950 el test que lleva su nombre, que viene a decir que si una máquina se comporta en todos los aspectos como si fuera inteligente entonces debe serlo. Para comprobarlo, un juez se pondría a conversar mediante preguntas y respuestas escritas con otro ser humano y con la máquina supuestamente inteligente sin tenerlos a la vista y, en caso de que el juez no supiera distinguirlos, se consideraría que la máquina habría pasado el test.
Pero a día de hoy ninguna máquina ha conseguido pasarlo ni hacerse con el premio Loebner, que desde 1990 ofrece 100.000 dólares al primer programa que sea capaz de hacerlo.
Y es que quizás el problema es que, como decía el oráculo de Delfos, tendríamos que empezar por conocernos a nosotros mismos y saber definir qué es la inteligencia y como funciona -y no nos metamos en el asunto de la conciencia y de las emociones- antes de plantearnos poder crear una.
Así que, aun con lo complicado que es hacer predicciones tecnológicas, estoy dispuesto a apostar algo a que en el entorno del 2045 los seres humanos no nos habremos quedados obsoletos al superar la inteligencia artificial a la humana como predice desde hace tiempo Raymond Kurzweil.
Fuente: La Voz de Galicia
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